sábado, 25 de octubre de 2014

Mañana

Me desperté sin las gallinas
en un día tan excepcional como otro cualquiera.
Experimenté el sabor de la mañana
en una mandarina fría
que no parecía querer dar su brazo a torcer.
Presa de mi habitual decisión
me senté a hablar con quien no quiso
o no supo darme una respuesta.
Aclaré mis ideas con un agua artificial.
Me devolvió el saludo
una pantalla más viva que mi hogar.
La desolación a estas horas
es una luz muy blanca,
una cama sin hacer
y un silencio lleno de músicas extrañas.
Las horas perdidas
no se apaciguan con leche fría,
así que mi alma errante
buscó su redención
en un estado de Facebook
(los internautas han hecho un arte
del acto de matar tan insensatamente el tiempo).
El mundo real vino a llamarme
mientras lidiaba con este muro blanco,
tan blanco, tan blanco como yo.
Nada nuevo bajo este sol
que tan perezoso está para asomarse.
Pero mirando con mis ojos de pez este reloj sin agujas
(tal vez las agujas estén tan en huelga
como los estudiantes)
me doy cuenta de que soy yo el que llega temprano.
Abandonaré mi soledad
con tiempo de coger un autobús
de camino a una clase que no entiendo.

4 comentarios:

mónica pía dijo...

quizás dejando de insistir en que te sepan o quieran dar una respuesta... así la clase se comience a entender...

cariño grande!

Amando García Nuño dijo...

Me parece intuir una evolución en tu decir poético, cada vez te acercas más a esa atmósfera de la poesía.

Y estos cuatro versos me parecen antológicos:

La desolación a estas horas
es una luz muy blanca,
una cama sin hacer
y un silencio lleno de músicas extrañas.

Abrazos, siempre

Milene dijo...

" La desolación a estas horas es una luz muy blanca, una cama sin hacer y un silencio lleno de músicas extrañas. Las horas perdidas " Gostei desse trecho.
Abraços Fénix

Fábio Murilo dijo...

Texto interessantíssimo Fénix, tenso, profundo, abissal. Atmosfera psicologia densa. Nada muda se não mudamos, tudo será antes, numa coleção de dias iguais, "um museu de grandes novidades". Gostei!.